En cambio no se detuvo el suministro de petroleo a Reino Unido y Francia, que habían embargado armas y suministros tanto a los árabes como a los Israelíes. No obstante, el impacto económico de las restricciones en el suministro del crudo sobre el mercado mundial hizo que los precios del petroleo se disparasen. Incluso muchos países que no habían sufrido el embargo no podían permitirse comprar petroleo en las mismas cantidades. Privada de combustible, la producción industrial se ralentizó de modo extraordinario, la inflación se disparó y el mundo entró en una recesión económica.
Se hizo evidente que el boom económico de los países occidentales en la posguerra habían dependido en gran medida de su capacidad de imponer precios bajos a los países productores de petróleo.